Raíz

Le canto a todas mis voces

El proyecto RAÍZ (2022-2023) es el resultado, la consciencia de un proceso de transformación muy potente, de un despertar. 

No siento que deba identificarme de forma directa o del todo con lo que creo, con mis obras – composiciones en este caso –  porque en todas ellas hay un componente de verdad y otro de ficción. No a partes iguales, pero sí que hay un personaje que se crea para poder sobrevivir, y al que sin duda he sido fiel muchas veces en mi vida como si hubiera sido real. De hecho es algo que aún, a veces, continúa sucediendo. 

En el disco hay una Maru del pasado, otra del presente y otra del futuro, que aún no existe, que aún está por llegar. Hay varias Marus, muchas voces diferentes, que se han expresado a lo largo de mucho tiempo. Y que son tan cambiantes que dejan ese final abierto, ya que lo que va a suceder nadie lo sabe, y se puede construir algo inesperado. Estoy abierta a eso en el disco con muchísima esperanza.

Soy una consumidora de arte muy activa y ecléctica, me gusta todo lo que me gusta. Me han inspirado muchísimos estilos y muchísimos artistas. 

Durante mucho tiempo sentí que había algo que se reabsorbía y se anulaba dentro de mí, y lo que me ha traído el proceso vivido estos últimos años gracias a un montón de estudio y de movimiento interno, ha sido que el mío estaba siendo un crecimiento en dirección inversa, como crece una raíz, una parte vital que nadie ve, pero que está ahí, ocupando un lugar muy importante. 

En fang Nchí es esa parte desprovista de hojas y flores pero que sirve de sostén; es ese lugar oculto de una cosay de la cuál procede la parte visible o manifiesta. 

El fang es la lengua de una de las etnias mayoritarias que habitan el país, hablada por varios pueblos de África Central. Es el grupo al que pertenecía parte de mi familia. 

Como amante extrema de los árboles, los uso como metáfora de la sociedad. Ese tallo, las hojas, las ramas, las flores… es todo aquello que aparece, que se percibe, que importa. Sin embargo, hay otras partes que no se reconocen, porque no son visibles, no se tienen en cuenta, todo lo interno referido a las emociones y a la memoria por ejemplo; y que son vitales. 

Raíz habla de reconocer lo que sentimos, de ser sinceros con nosotros mismos, para después poder expresarlo dándole espacio y amor. Habla de una situación insostenible que claramente no puede ni debe continuar.

También reivindica nuestro cuerpo como centro vital, como herramienta personal transformadora. Pero también las implicaciones que tiene en nuestro lugar en el mundo, las barreras y limitaciones que la sociedad ha impuesto históricamente a nacer en un cuerpo o en otro, y su impacto en nuestra experiencia y percepción de la realidad y el mundo. 

Aceptar eso (aquello que es y que por consiguiente tal vez no queremos más en nuestra vida), “rendirse”, nos puede ayudar a relacionarnos mejor con nosotros mismos y con los otros. Nos encamina hacia la búsqueda de nuestro propio bienestar. 

Raíz habla también de un final literal o psicológico del momento del duelo, de hacer borrón y cuenta nueva. De ese deseo de movernos de un sitio a otro, elevándonos, de trascender. 

Las canciones del álbum reivindican la importancia de darle vida a todos estos lugares desconocidos en nosotros para así, tras ese arraigo y firmeza, reencontrarnos con nuestra verdadera esencia, nuestro yo auténtico. 

En esa búsqueda me topé con todo aquello que se agarra en nuestra memoria, lo que nos cuentan, lo que recordamos. Historias del pasado que construyen nuestra identidad, y que conforman nuestra personalidad hasta puntos insospechados.

Me gusta esa labor del músico, del artista, como informante. Componer canciones absorbiendo diferentes influencias  es el vehículo de nuestra expresión y las compartimos  vinculando esos origen con los lugares a los que pertenecen. 

Y este cometido se centra en crear voces de distinta procedencia, dando lugar a un cancionero multicultural; para crear espacios de intercambio entre culturas, siendo la música un elemento integrador. 

Si RAÍZ es un volver al origen, al pensar de dónde vengo, de dónde venimos, me encuentro con que este y otros muchísimos países, son países de emigrantes. Nuestra historia comienza con los viajes que nuestros abuelos, tatarabuelos e incluso padres tuvieron que hacer para buscarse la vida fuera de una España pobre. Y ahora la historia sigue con la esperanza que mueve los que llegan y a los que nos seguimos yendo.  

Siento que la memoria histórica es esencial para construirnos desde un lugar honesto como sociedad, desde sus cimientos, porque no se debe construir de otra manera. Y debemos recuperarla y preservarla, tratarla con valor y respeto. 

Pienso que la emigración es parte de nuestras raíces colectivas.

Por eso este proceso culmina con un viaje muy esperado a ese país cuyas raíces y memorias llevo en mi sangre y en mi piel: Guinea Ecuatorial, que está íntimamente relacionada con nuestro país, ya que fue colonia española (1926-1956 tanto el territorio insular como el continental) y eso es algo que muchísima gente desconoce, que no aparece en los libros y como tantos otras partes de nuestra historia que no nos cuentan. 

Y con estas letras pretendo abrir un camino de identificación, de expresión y de reconocimiento; con emociones y sentimientos que en mi opinión forman parte de la memoria y el inconsciente colectivos, de nuestros cuerpos como entidad política. 

Y tras este trascender, mover, soltar todo aquello que ya no sirve, me siento preparada para resignificar, nutrirme de todo lo nuevo, de todo lo desconocido, de aquello por conocer y de toda la belleza que esconden los lugares en los que mis pies aún no han pisado. 

Os presento una compilación de música autoral con influencias folklóricas: “Canciones de ida y vuelta”